lunes, 21 de abril de 2014


FIBROMIALGIA

¿Quién no ha oído hablar de ella?

 ¿Quién no conoce a alguien que la padezca?

 Esta enfermedad es cada vez más frecuente en nuestro entorno y su complejidad hace que abordar a un paciente de estas características nos plantee a nivel de consulta un reto. Tratar a los pacientes con Síndrome de fibromialgia puede ser una experiencia de crecimiento para el médico integrista, pues nos ayuda a aceptar nuestras propias limitaciones para conseguir el alivio del sufrimiento de los pacientes. Así brindamos un apoyo compasivo a nuestro paciente mediante un plan de tratamiento que sobre todo se basa en las ideas y actividad del paciente más que en nuestras prescripciones médicas.

Los criterios diagnósticos para la Fibromialgia son:

Ø  Dolor difuso

Ø  Hipersensibilidad de 11 puntos sobre 18 definidos

Ø  Otros signos y/o síntomas característicos como el sueño no reparador, la fatiga crónica, el síndrome de colon irritable, trastornos de ánimo, …

A día de hoy sigue siendo controvertido el grado en el cual los componentes psicológicos contribuyen a la sensibilidad del dolor y a la expresión de los síntomas. Se ha llegado a relacionar en un porcentaje nada despreciable una elevada frecuencia de estrés postraumático en estos pacientes, por ello la importancia de una historia clínica muy cuidadosa que nos pueda revelar un suceso o período detonante de estrés (un accidente, shock emocional, enfermedad pseudogripal, trabajo excesivo, …). Este impacto de carácter estresor incide sobre personas que parecen tener un temperamento sensible antes de presentar los síntomas, tienen un aumento de sensibilidad al entorno, a los factores medioambientales, tendencias a ser muy cuidadosos tanto a nivel físico como emocional. ¿Pudiera ser una enfermedad social dado que vivimos en una sociedad altamente productiva a expensas del alto cuidado personal externo? Esta forma de ser y de procesar la información les hace susceptibles y vulnerables al estrés (del tipo que sea) provocando una sensibilidad mayor del sistema nervioso central (SNC) al dolor (esto se ha podido observar en estudios de resonancias magnéticas funcionales). Como dice el Dr. John Sarno ¿pudiera ser que un dolor emocional pudiera ser sustituido por un dolor físico?

Se contemplan los factores genéticos y ambientales en la génesis de este síndrome. Al aparecer de forma concomitante con algunas enfermedades autoinmunes también se valora esta línea de investigación y al tener una prevalencia mayor en mujeres nos apunta una posible influencia hormonal, además de haberse observado alteraciones del ciclo de regulación del cortisol y en los sistemas adrenérgico y serotoninérgico.

A partir de estas premisas, ¿cómo abordar un tratamiento en este tipo de pacientes?

Cuando un/a paciente con Síndrome de Fibromialgia se acerca a nuestra consulta nos encontramos a una persona ya desesperada y en muchas ocasiones incomprendida, acuden altamente medicados, lo cual a veces nos hace sospechar además que algunos síntomas que presentan pueden tener su origen en efectos secundarios a los fármacos que consumen. Como ven el reto no es nada fácil.

La historia clínica ha de ser minuciosa, haciendo hincapié  en  los síntomas y su aparición, a la vivencia de los mismos, a la búsqueda del posible detonante estresor, al estilo de vida, tanto familiar, como laboral, los hábitos nutricionales, las modalidades de mejora y agravamiento de los síntomas, rasgos caracteriales y emocionales, …, y un largo etcétera.

El tratamiento convencional suele ser con fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) a pesar de que en un ensayo comparativo en el que se examinó su eficiencia analgésica fue deficiente. Así como antidepresivos tricíclicos sedantes por la noche para obtener un sueño reparador (amitriptilina) y un antidepresivo activador por las mañanas (fluoxetina, sertralina). Otros fármacos utilizados son los anticonvulsivos como la gabapentina y la pregabalina (Lyrica®) y el Tramadol. El problema de estos fármacos es el exceso de sedación que provocan con lo cual hacen más difícil poner en práctica la realización de ejercicio físico, además de los posibles efectos secundarios que producen (de forma aislada y sinérgica entre ellos).

El tratamiento integral tiene que ir dirigido a todos los ámbitos del paciente, para redefinir el objetivo de vida de los mismos, la obtención de bienestar y buscar los roles que estén de acuerdo a los deseos de su corazón.

ü  Ejercicio: es importante mantener la actividad de nuestro cuerpo físico. El ejercicio aeróbico se ha visto que puede resultar beneficioso en su justa medida. Yo recomendaría el Taichi y el Yoga ya que son ejercicios que además resultan relajantes para la mente y siempre adoptar estas sesiones en el ámbito del juego y el placer, no como entrenamiento físico (¿a quién le apetece asignarse más trabajo?, ¿no?).

ü  Técnicas cuerpo- mente: la meditación es altamente recomendable, nos da capacidad para sentirnos más cómodos en el presente y disminuir el temor al dolor futuro; las técnicas de “desacoplamiento” que pueden esquivar los procesos a nivel cognitivo para disminuir o eliminar la conexión del Sistema Nervioso Central entre la neurofisiología de la memoria traumática y las emociones, y la fisiología de los síntomas corporales, como podría ser la EMDR.

ü  Nutrición: Dado que el sistema serotoninérgico está alterado, y los fármacos convencionales buscan incrementar los niveles de serotonina intersinápticos, nos ayudaremos a través de la dieta. Nuestro cuerpo fabrica serotonina a partir de un aminoácido esencial que es el triptófano y necesita una serie de cofactores para sintetizar la serotonina como la vitamina B6 y el hierro. Prestaremos especial atención al chocolate, los huevos, los cereales integrales, sésamo, avena, plátanos, la Hierba de San Juan,…, claro está que no es tan potente como los fármacos pero progresivamente nos permitirá ir reduciendo la medicación convencional. También podemos utilizar antioxidantes, vitaminas, utilizar Vitamina E, C y D, Ácidos grasos Omega3 dada su actividad analgésica y antiinflamatoria.

ü  Homeopatía: analizaremos el terreno y las modalidades de los síntomas para encontrar el/los medicamentos homeopáticos más afines para modular la clínica del paciente, Rhus Toxicodendron si el dolor mejora con el movimiento, Hypericum cuando los dolores son agudos e intolerables, Symphitum si los dolores son vivos, punzantes,…

ü  Acupuntura: nos proporcionará un equilibrio energético, dado que es una enfermedad generalizada, tendremos en cuenta el tratamiento de los factores psíquicos, actuaremos sobre resonadores SHEN, nos permitirá controlar el dolor valorando su etiología (frío-humedad, calor-humedad).

Como vemos es una enfermedad extremadamente compleja, crónica, que debilita y desespera en extremo al paciente y su familia, no he entrado a valorar la exposición a tóxicos (metales pesados, PCBs, …) que dejaré para otro momento, pero no quiero cerrar este artículo sin decir que a pesar de no haber un protocolo para la cura del Síndrome de Fibromialgia, una pequeña minoría de pacientes ha experimentado remisiones completas del cuadro clínico, lo cual arroja luz sobre las estrategias a seguir, les animo a no desesperar, rían, rodéense de personas positivas (han de superar en número a las negativas), hagan listas por las cuales se está agradecido a la vida, bailen, pinten, sean creativos, busquen sentido a sus vidas …

 
ENFERMEDAD DE CROHN


La Enfermedad de Crohn está incluida en el grupo de “Enfermedades Inflamatorias intestinales”. Es un trastorno crónico que puede cursar con brotes, remisiones y recidivas. Este trastorno consiste en la inflamación de cualquier parte del aparato digestivo siendo la más frecuente la zona distal del intestino delgado, el íleon.

Esta inflamación a nivel del tracto digestivo es la que provoca los síntomas de la enfermedad.

La causa de la misma no está completamente definida y se barajan diferentes factores, los hereditarios, los infecciosos, los dietéticos y los tóxicos, entre otros posibles. Se sospecha dada la sintomatología extraintestinal y la respuesta a los corticoides que pueda haber una base inmune en el proceso.

Esta enfermedad se puede presentar a cualquier edad, aunque es frecuente que sea antes de los 40 años de edad. Su incidencia también ha ido aumentando a medida que ha subido el nivel de vida.

Sus principales síntomas suelen ser el dolor abdominal, las diarreas, las manifestaciones perianales, cuadros constitucionales como cansancio, febrícula y disminución de peso, hemorragias, trastornos articulares, problemas hepáticos, dermatológicos, oftálmicos  y un largo etcétera .

Su proceso diagnóstico es a través de analíticas, examen de heces, pruebas radiológicas, ecografías, procedimientos endoscópicos,…

Dada su evolución a brotes es muy importante el control de la enfermedad, que trataremos en este apartado desde el ámbito integral. La terapia debe ser individualizada según los aspectos clínicos y psicosociales de cada enfermo. El tratamiento debe controlar la inflamación, corregir deficiencias alimenticias y mitigar los síntomas como dolor, diarrea o sangrado rectal. Los fármacos convencionales principales para el tratamiento de la enfermedad son la sulfasalazina y los corticosteroides, a veces es necesario el uso de inmunosupresores. En ocasiones y debido a complicaciones se hace necesario el tratamiento quirúrgico. En España desde 2009 se inició un tratamiento pionero para tratar con terapia celular a los afectados por esta enfermedad. La nueva terapia se basa en un trasplante de médula ósea autólogo; esto es, los afectados reciben las células madre procedentes de su médula ósea.

Además es importante revisar la dieta de cada paciente, incluyendo un estudio de intolerancias alimentarias para personalizarla, disminuyendo así posibles causas de inflamación e hiperreactividad inmunológica. Se ha de llevar a cabo una suplementación con vitaminas y minerales que es posible que estén en deficiencia, como las vitaminas A, B, C, D, E y K, folatos, calcio, cobre, manganeso, selenio y zinc.

El uso de probióticos y aceites de pescado permiten reducir los síntomas, los primeros por el componente infeccioso que pudiera existir de la enfermedad y los segundos por sus características antiinflamatorias.

El uso de terapias holísticas como la homeopatía y la acupuntura, que permiten contemplar al paciente conectando su aspecto físico y emocional, junto a su respuesta al medio a través probablemente de su cerebro y sus sistemas nervioso e inmune, nos permite apoyar con muy buenos resultados a este tipo de pacientes controlando su sintomatología para ofrecer una mejor calidad de vida.

No debemos olvidar las terapia cuerpo-mente que permiten controlar el dolor y el estrés, como son el yoga, la meditación, el reiki, …

La sinergia de las medicinas nos ofrece un paso evolutivo en las enfermedades multifactoriales, no dude en consultar con un profesional de la salud antes de iniciar por su cuenta tratamientos no convencionales.